Trayectos del olvido

En su casa deshecha no le espera la lámpara

rodeado de risas

sino un montón oscuro

de infantiles figuras contraídas

y la desesperada, femenina, pregunta cotidiana.


Juan. L. Ortiz




Trayectos del olvido es una pieza creada a partir de fragmentos de objetos de cerámica encontrados. Restos de ladrillos, mosaicos y piezas sanitarias fueron reconstituidos bajo indicios poéticos. Santiago Lena esmaltó con rojo cada borde donde la pieza se había quebrado, sólo aquella superficie herida fue señalada.

El tiempo arrojó al olvido estas mínimas herencias de una vida pasada, donde las cosas coincidían con alguna palabra. Cuando las casas se derrumban, cuando el progreso renuncia a la melancolía de su propia destrucción, los vestigios retornan al paraíso insuficiente de los deshechos. Sin embargo, el universo de la materia reactualiza la historia ofreciendo un holograma de la realidad que no siempre responde al presente. Así, Lena construye un mapa remarcando la grieta, lo rasgado y obtiene una singular arqueología del olvido.

Las piezas encontradas por el artista fueron rescatadas de alguna parte que, con ellas allí, no era un lugar si no más bien un espacio provisorio, inexistente. Entre él y esos fragmentos encontrados ocurrió una transformación, las piezas fueron esmaltadas y horneadas. El procedimiento que concluyó en colorear algunas partes externas de los ladrillos y mosaicos, resultó no sólo una intervención en la materia pintada sino, fundamentalmente, un señalamiento para aquellas que no fueron matizadas. Los ladrillos ahuecados, los restos de algún sanitario u objeto, quedan al descubierto y muestran su interior, de materia olvidada. Los pliegues de esas cosas, sugerentes y eróticos, recuerdan el interior de un cuerpo femenino, una análogo de los “objetos eróticos” de Marcel Duchamp pero que, a diferencia de estos, no construyen una imagen de la carnalidad sino que la descubren en los objetos olvidados, en el corazón destruido de la civilización. Así una textura tan poco carnal como un ladrillo o un pedazo de teja, recuperan un latido escondido que se localiza en la materia intervenida. Las asperezas de los mosaicos encontrados y la cuña de la castidad de Duchamp generan una sensación similar donde el filo o límite condiciona la expansión sensual de la materia. Trayectos del olvido es ese recorrido que se genera, constantemente, entre una herida y otra, creando al fin un nuevo paisaje para esos fragmentos del todo. Mariana Robles Expuesto en galería Siesta junto a Pilar Cotter, Barcelona, Julio 2015